La izquierda y el progresismo se arrogan una superioridad moral que no les corresponde en modo alguno.
Me repugna que se consideren los únicos que tienen derechos a manifestarse, a decir, a opinar.
Me repugna que en la vida democrática que viven no admitan la discrepancia.
Solo el pensamiento único.
Y, por supuesto, me repugna especialmente el pensamiento único.