Los que nos decimos cristianos hemos de re-cristianizarnos.
Vivimos de forma prostituida.
Hemos de vivir nuestra fe.
Dar testimonio de ella.
En la vida pública y en la política hemos de vivir nuestra fe y no intentar los apaños que hacemos para tragar con lo que no se puede tragar.
Ya algún elemento de la política dijo en un mal día que una cosa es la política y otra cosa es la fe.
En este sentido son más dignos aquellos que no son cristianos pero no se inventan justificaciones para torcer las enseñanzas de Cristo.
Hoy más que nunca vivimos un cristianismo fingido.
Una muestra la encontramos en los cursillos prematrimoniales. Bastantes novios se declaran a favor del aborto y piden el Sacramento del Matrimonio. Y todos tragando.